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Los orígenes de la costumbre de tomar té se remontan a China hace unos 5.000 años, donde según cuenta la leyenda, una hoja cayó al agua en ebullición para el emperador Shen Nung, quien se sorprendió por su refrescante sabor. La costumbre inglesa empezó en el siglo XVIII, cuando los británicos cosecharon el té chino en sus dominios en tierras indias. Poco a poco, tomar té, a las cuatro de la tarde, se convirtió en un ritual de la alta sociedad, quien podía adquirir tan preciada y cara especie. En 1662 la princesa portuguesa Catalina de Braganza, gran consumidora de té, pone de moda la infusión en la corte británica. Pero no es hasta principios del siglo XIX cuando parece que se establece la costumbre de la hora del té, cuando la duquesa de Bedford se sintió “desfallecer” y ordenó que le sirvieran una taza de té con un ligero acompañamiento dulce, antes de cenar. El invento le sentó tan bien, que empezó a reunir a sus amigos y contactos de las altas esferas de la burguesía del momento, alrededor del té de la tarde, donde se servía la bebida acompañada de pasteles y emparedados, popularizando así el “Afternoon Tea”.
La hora del té se acompaña de algún tipo de tarta y pastelitos glaseados, como por ejemplo los populares "scones" en Inglaterra: unos panecillos acompañados de mermelada y crema. Como curiosidad, los hoteles más exclusivos también sirven una copa de champagne con todo ese banquete. En España también disfrutamos de la hora de la merienda, pero claro, hay diferentes formas de hacerlo. Para los paladares más sofisticados, en Confitería Blanco contamos con nuestras pastas de té artesanales, que causan furor entre los paladares más selectos. Sin duda, es la mejor forma de mantener una reunión distendida a la par que una oportunidad para agasajar a tus invitados, haciendo alarde de tu buen gusto como anfitrión. Tradicionalmente, en el Reino Unido, utilizan un tipo de crema llamada “clotted cream” una nata cremosa y densa típica de los condados ingleses de Devon y Cornwall.
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