Confitería Blanco en Torrelavega, 1898

La historia de Confitería Blanco comenzó a escribirse en 1.898, cuando Ángel Blanco inauguró el obrador que le permitiría hacer realidad sus revolucionarias ideas y proyectos relacionados con la confitería y la pastelería, y, más en concreto, con el hojaldre y su enorme potencial para convertirse en un dulce de referencia, vinculado a su vez con un proceso de elaboración completamente artesanal y al uso las mejores materias primas seleccionadas.

A finales del siglo XIX, nuestro fundador era un joven pero experimentado maestro artesano cuyo idilio con la repostería comenzó durante su etapa como seminarista de los Padres Jesuitas de Vitoria. Ángel Blanco descubrió su vocación en la localidad alavesa, pero fue la experiencia adquirida en los más afamados obradores del Torrelavega de la época lo que le animó, junto con su carácter emprendedor y visionario, a dar sus primeros pasos en solitario. Con más ilusiones y proyectos que posibilidades económicas.

Ángel Blanco, fue un auténtico espíritu visionario. En el año 1.929, durante su visita a la Exposición Universal de Barcelona, adquirió la primera cámara frigorífica que se instaló en Torrelavega para el uso de la confitería. El primer armario frigorífico para mantener el hojaldre en perfectas condiciones que hubo en Torrelavega, lo compró Ángel Blanco, siendo heredado más tarde por su sobrino Lin. Hasta entonces, ningún otro maestro artesano se había planteado una alternativa mejor que el tradicional pozo para refrescar la mantequilla. Toda una vida aspirando a hacer lo mejor y de la mejor manera para mantener los mismos sabores, aromas y texturas del primer día.

Otro ejemplo de innovación es la batidora “Turu” que compró Ángel Blanco en la década de los 30, que a día sigue funcionando perfectamente. Todo ello viene a ser una metáfora y el mejor recordatorio de que el tiempo parece haberse detenido en nuestro obrador. La repostería de alta cocina, estaba entrando entonces, con Ángel Blanco como abanderado, en una nueva era gastronómica en auge, pues conquistaba a los paladares más exquisitos y selectos con las creaciones gourmet torrelaveguenses de Confitería Blanco.

El devenir de Confitería Blanco está íntimamente ligado a la mente inquieta de nuestro fundador. El mismo que, como atestigua una carta que envió a su amigo Pedro García, se propuso concebir “algo nuevo y original relacionado con el hojaldre”. Una creación que, más tarde, logró convertirse en el dulce típico de Torrelavega y a la que llamó “Polka”, la danza popular surgida en Bohemia, en la actual República Checa, a la que era, como su ya citado amigo vitoriano, muy aficionado.La Tarta de Hojaldre Almendrada es otra especialidad de la casa con la firma de Ángel Blanco, el primero de los muchos maestros artesanos que nos han permitido seguir elaborando, más de un siglo después, uno de los mejores hojaldres del mundo.

En Confitería Blanco somos expertos y legítimos embajadores del hojaldre gracias a que llevamos curtiéndonos en la tradición pastelera y perfeccionando la técnica con las mejores materias primas seleccionadas desde 1.898. Más de un siglo de trabajo y dedicación, repitiendo una y otra vez el mismo proceso completamente artesanal que hace única a cada creación de alta repostería que sale de nuestro obrador. La misma técnica, el mismo cariño y los mismos ingredientes de primera calidad que en 1.898. Es nuestro sello de autenticidad y nuestro legado. Por las generaciones pasadas y por las venideras.

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