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Para ello debemos remontarnos a la Antigua Roma, en el siglo III, y a la figura del sacerdote cristiano Valentín, quien ofició numerosas bodas secretas entre soldados enamorados durante periodos de guerra pese a la firme oposición del emperador Claudio II, que los prefería solteros y, por tanto, sin ataduras o preocupaciones que pudieran limitar su efectividad en el campo de batalla. Cuando la noticia llegó a los oídos del emperador, éste decidió sentenciarlo a muerte un 14 de febrero del año 270. Fue asesinado por rebeldía y desobediencia, pero fue declarado santo y, desde entonces, un nombre que invita a celebrar el amor coincidiendo con la efemérides. Más reciente es la costumbre de regalar chocolate y todo tipo de dulces por San Valentín. La tradición fue creada en Europa a finales del siglo XV. En esta época, no era extraño que el cacao figurara entre los muchos tesoros con los que los conquistadores de América llegaban a España. Al principio, su sabor amargo dificultó su aceptación, pero las posteriores mezclas con leche, azúcar, canela o vainilla facilitaron que pronto se convirtiera en uno de los productos favoritos de la corte por la sensación de bienestar y placer que producía su consumo. Ya por el siglo XVII, el chocolate estaba fuertemente ligado al amor y a la lujuria, y era típico que el caballero que aspiraba al amor de una dama la cortejara con dulces con el chocolate como ingrediente principal. En realidad, el principal motivo por el que regalamos dulces o bombones el día de los enamorados tiene una respuesta bastante sencilla: porque su consumo supone una experiencia gastronómica placentera. Y así lo demuestra lo ciencia. El consumo de cacao estimula la producción de endorfinas en el cerebro y, por tanto, nos produce una sensación de bienestar y felicidad. Algo muy similar a lo que sentimos cuando estamos enamorados. Como curiosidad podemos contar que la celebración varía según el país del que hablemos. En Japón, por ejemplo, en San Valentín son las mujeres las que regalan chocolate a aquellos hombres con los que tienen algún tipo de relación, no solo sentimental, y estos le devuelven el gesto justo un mes después, el 14 de marzo, regalándoles algo de color blanco con motivo del White Day. Algo similar ocurre en Corea del Sur, con la diferencia de que los hombres no son agraciados con chocolate sino con un plato de fideos negros con el nombre de jajangmyeon. En Gales, por su parte, la conmemoración es el 25 de enero y en Alemania lo típico es regalar galletas de jengibre. Otro caso curioso es el de Finlandia, donde sustituyen el día de los enamorados por el día del amigo o Ystävänpäivä. Una fecha especial en la que los finlandeses envían postales a sus seres queridos y degustan uno de los dulces más típicos de San Valentín, el Mokkapalat o brownie finlandés. Como hemos comentado en más de una oportunidad, en Confitería Blanco somos unos firmes defensores de las tradiciones más arraigadas y, sin duda, San Valentín lo es. Por eso nos esmeramos en confeccionar packs y cajas especiales personalizables y con tarjetas de regalo que incluyan lo mejor que elaboramos, de manera completamente artesanal, en nuestro obrador centenario. Caso de nuestros legendarios bombones, nuestras polkas o la tarta de hojaldre almendrada en su formato redondo. Demuestra a tu pareja lo mucho que la quieres con Confitería Blanco.